Educación Infantil, ritmos de aprendizaje, prisas...¿Y si...?

La verdad es que cuando comencé a escribir esta publicación (tres borradores atrás) mi intención era comenzar a desarrollar un Proyecto de lectoescritura a partir del cuento de El gusano Arcoíris


Según iba escribiendo y avanzando, las ideas se iban descolocando en mi cabeza y me llevaban a otro punto: los Alumnos que presentan Necesidades Educativas Especiales, es decir, "aquellos que requieran, por un periodo de su escolarización o a lo largo de toda ella, determinados apoyos y atenciones educativas específicas derivadas de discapacidad o trastornos graves de conducta" (artículo 73- LOE).


Y conforme pensaba en ellos, esas ideas me llevaban a poner la atención en un grupo más amplio de alumnos donde se sitúan los de necesidades educativas especiales, es decir, los Alumnos con Necesidades Específica de Apoyo Educativo, entendiendo a estos como "aquellos que requieran una atención educativa diferente a la ordinaria, por presentar necesidades educativas especiales, por dificultades específicas de aprendizaje, por sus altas capacidades intelectuales, por haberse incorporado tarde al sistema educativo, o por condiciones personales o de historia escolar, puedan alcanzar el máximo desarrollo posible de sus capacidades personales y, en todo caso, los objetivos establecidos con carácter general para todo el alumnado.


Y de aquí, finalmente acabé llegando a esos que, sin presentar ningún tipo de necesidad específica, simplemente llevan su propio ritmo de desarrollo madurativo y a veces les cuesta seguir el ritmo de la clase. Esos que finalmente acaban descolgados, perdidos. 



Total, que decidí convertir la publicación en un artículo de reflexión partiendo de mi experiencia y visión como
 Maestra especialista en Pedagogía Terapéutica y en Audición y Lenguaje.

Así pues, comenzaré con una pregunta: ¿y si hiciésemos las cosas de otra manera?

Sabemos que, para poder comenzar a aprender a leer y escribir, utilices el método que utilices, antes es fundamental que el niño cuente con una serie de prerrequisitos básicos. Sin ellos, está casi garantizado un aprendizaje erróneo y lleno de futuras dificultades. Por eso os digo, no corráis, no tengáis prisaAprenderá a leer. Pero VAMOS A HACERLO BIEN.

Entiendo que el actual sistema educativo no va a la par que el desarrollo madurativo de los niños, no lo tiene en cuenta y, por lo tanto, en la mayoría de escuelas infantiles y colegios (al menos en nuestro país), empiezan a enseñar a leer y escribir antes de que los niños estén suficientemente maduros movidos por esa presión.
¿Qué  cuándo alcanzan esa madurez? Pues no hay una edad fija. Cada niño tiene su propio ritmo; pero sí podríamos situarla en torno a los 6 años, año arriba año abajo.


Antes, debemos centrar todos nuestros esfuerzos en que el niño madure de una forma adecuada, a su ritmo, pero sin atascarse. Y si se detecta un atasco, ponernos en marcha para solucionarlo. No obviarlo y seguir avanzando contenidos al niño en cuestión sin que haya superado dicho bloqueo. De lo contrario, estaríamos contribuyendo a que presente, en los cursos superiores en los que se va entrando de lleno en la lectoescritura, importantes dificultades  de aprendizaje.


Por eso, hagámoslo bien. Como se suele decir, despacito y con buena letra. Prestando atención a cada niño, a su ritmo y observando si han alcanzado esos prerrequisitos que necesita tener para poder seguir avanzando.

Sé que muchos estaréis pensando que teniendo en cuenta la ratio actual de las aulas, los recursos de los centros y las exigencias curriculareses muy complicado llevarlo a cabo.  Estamos de acuerdo, es complicado, pero no imposible. Solo hay que esforzarse un poco más y poner nuestra atención en otras cosas. Cambiar el enfoque.


 ¿Y si lo que venimos haciendo y repitiendo curso tras curso, aunque partiendo de nuestros conocimientos, experiencia, buena voluntad, cariño y esfuerzo...no fuese lo más correcto? ¿Y si se pueden hacer mejor las cosas?

Alguien estará pensando, "pues yo trabajo con tal método desde hace años y la mayoría aprenden a escribir y leer sin problema".
Claro, estupendo. Afortunadamente suele ser así. Pero hablamos de la mayoría, no de la totalidad






¿Qué pasa con esos pocos que no forman parte de esa mayoría y se acaban quedando atrás? ¿No podríamos hacer algo para que TODOS aprendan, aunque respetando el ritmo de cada uno pero teniéndolo en cuenta? Parece que hemos dado por hecho y asumido, que esto tiene que ser así. Yo creo que no. Creo que podemos y debemos hacer algo y cambiar las cosas para que eso no sea lo habitual. ES EL MOMENTO DE MARCAR LA DIFERENCIA.

Seguramente habrá niños que presenten Necesidades Específicas de Apoyo Educativo y que precisen de otro tipo de apoyos, recursos, ayudas... ir a un ritmo más lento. No pasa nada. No me estoy refiriendo a ellos concretamente. Estos niños recibirán, en mayor o menor proporción, una serie de apoyos específicos.

Me estoy refiriendo a  esos  que simplemente se han bloqueado en un determinado punto porque no todavía no lo han desarrollado adecuadamente y con los que, hacer las cosas de una forma u otra, va a suponer que en cursos superiores puedan seguir el ritmo de la clase o arrastrar esos problemas que nadie le supo/pudo resolver. A esos podemos ayudarles.

Con todo esto, no quiero que nadie se ofenda. De verdad que sé lo complicado que es estar en aulas con tantos niños de tan corta edad y cada uno, como se suele decir, de su padre y de su madre. 

Que los hay que han ido a la guardería y se les nota más estimulados y trabajados; otros que jamás la han pisado y no saben coger adecuadamente una pintura ni tienen el suficiente tono muscular para sostenerla.

También esos a los que llamamos "movidos" y que no aguantan sentados más de 2 minutos, o los que se despistan con absolutamente todo y no conseguimos que centren su atención. 
Está ese que además de haber ido a la guardería, se nota que "está trabajado" en casa; también ese que no... Otro que presenta conductas inadecuadas y que está pidiendo límites casi a gritos... 

Que sí, que no hay un equilibrio. Que lo sé

Solo digo que reflexionemos y que la próxima vez que estemos buscando fichas para trabajar un determinado proyecto, pensemos en todo esto. Pensemos en la edad de los niños y nos olvidemos un poco de que hagan fichas y más fichas para que al terminar el trimestre se note que han trabajado.

No. Esto no es así. Que hayan trabajado y lleven a casa un cuadernón lleno de fichas no significa que hayan aprendido.

¿Y si en la reunión inicial de curso explicamos a las familias nuestro propósito, nuestros objetivos y que si no aparecen con un montón de fichas no significa que no se esté haciendo nada? ¿Y si les explicamos que la mayoría de los aprendizajes se adquieren a través del juego, del movimiento y con otras actividades que se alejan del papel? 

Yo creo que lo entenderían perfectamente, que colaborarían y contribuirían a que todos los alumnos estén trabajando lo que necesitan. Cuando las cosas se hacen sabiendo, se argumentan y explica, todo es más sencillo.

Que no pasa nada, de verdad. Que esto no significa que cuando vayan a pasar a primaria vayan a llegar todos sin saber leer y escribir. Porque esa es otra. Todos los maestros de Educación Infantil saben todo esto que estoy diciendo. Sé que lo  sabéis. No os estoy descubriendo nada. Sé que os gustaría hacer las cosas de otra forma y que os veis limitados porque cuando terminen 5 años tienen que saber leer y escribir porque en 1º de Educación Primaria ya se les exige. Lo sé.

Solo digo que, vamos a obsesionarnos menos con el tema. Vamos a invertir un poco de tiempo en algo que con seguridad dará sus frutos.

Que aunque parezca que estamos perdiendo el tiempo, estamos trabajando aspectos fundamentales y que cuando los tengan adquiridos, de repente, un día, nos pondremos a trabajar la lectoescritura con ellos y las cosas fluirán solas.

¿Y si lo probamos? ¿Y si probamos a hacer las cosas de otra manera?



Por Olga Sierra Cuadrillero.

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